Aventureros desde pequeños

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Lo tenemos que reconocer. A todos nos han gustado desde siempre las excursiones, desde que éramos muy pequeños. Estábamos deseando que en el colegio se propusiera una salida a cualquier lugar para salir corriendo a casa y llevarles a nuestros padres el justificante para que nos dieran permiso y poder salir a conocer nuevos lugares, sin importar muy bien si se trataba de una breve salida a la vuelta de la esquina o de visitar una fábrica de galletas en un pueblo algo más alejado.

Y es que las excursiones nos recuerdan que no estamos hechos para seguir un patrón estricto de comportamiento, sino que lo que al ser humano le gusta de verdad es salir de aventura, cambiar cada día de lugar y conocer cosas nuevas, descubrir nuevos lugares y, si es posible, pasar las noches en un sitio diferente cada vez. Esa tal vez sea una de las razones principales por las que aún de adultos tratamos de salir fuera y cambiar de aires, aunque sean tan solo algunas horas haciendo una escapada al campo, caminando entre la naturaleza o simplemente visitando un centro comercial para dar una vuelta, que es otro modo de hacer una excursión, en cierto sentido.

Buscamos excusas para salir de la rutina, aunque sea solo durante unos breves momentos, porque a todos nos encanta la aventura.